A TIRO DE PIEDRA
Julián Santiesteban
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México ha transitado del oscurantismo total a la transparencia convenenciera, pues mientras poco se decía antes sobre la acción de gobierno, ahora se han instrumentado “informes” sobre todo aquello o aquel al que se quiere poner en la agenda pública; y el problema no radica en ello, sino en que cuestionar lo dicho se interpreta siempre como ataque político.
Dicho lo anterior, las líneas del escribiente serán entonces traducidas como “ataque político” por más de un oficioso que por estos días presente o haya presentado o pretenda realizar algún informe de supuestos resultados, pero aun a riesgo de que ello ocurra y para beneficio de todos los lectores es importante hacer este tipo de reflexiones, pues no sólo muestran la calidad de la clase política, sino las expectativas que pueden tenerse sobre su desempeño.
Primeramente es importante destacar que la trascendencia de algún “informe” realizado como evento público, no está siquiera en que quien lo presente pueda tener aspiraciones políticas, pues de antemano es inherente a quien se dedica a la “cosa pública” el interés por permanecer, ascender o sobrevivir en los espacios de toma de decisiones, de ahí que el mostrar los resultados que ha obtenido en su gestión a los ciudadanos que gobierna o representa, deben ser al final de cuentas la mejor forma de permanecer en el ánimo del electorado.
El problema radica en que dichos informes no son, en infinidad de casos, una compilación de resultados alcanzados sólo por quienes los anuncia, sino en muchas ocasiones son resultado de un conjunto de decisiones en las que, en el mejor de los casos, la participación del informante fue, por lo menos, nimia.
Y aun más grave, que la lista de resultados no representan hechos verdaderos, constatables cualitativa o cuantitativamente, sino un enlistado de interpretaciones particulares o partidistas, que el ciudadano al que se le dirige el mensaje está obligado a creer a pie juntillas, bajo riesgo de que al cuestionar la veracidad de lo que se dice será acusado de tener oscuros intereses políticos, electoreros, ser enemigo del régimen, estar preparando una disidencia política o simplemente ser adversario a ultranza del informador.
Esa es la falla del informador, pero el ciudadano al que se informa también suele criticar con ligereza este tipo de actos, calificándolos por el tamaño de los mismos, por el “acarreo” de ciudadanos para llenar el evento, por la cantidad de espectaculares que se despliegan en toda la geografía a la que pertenece el actor público o incluso cuando se colocan en circunscripciones diferentes a las que representa; pero poco se rebate con argumentos las falsedades que se dicen como verdades y que como pasivos ciudadanos tenemos que creer.
Por ejemplo, este viernes 16 de octubre de 2014 se presentará un informe por parte de un legislador que asegura en sus espectaculares que su gestión ha logrado “mejores tarifas eléctricas”, cuando es claro que, tan sólo por efecto del incremento del Impuesto al Valor Agregado (IVA) dichos cobros se incrementaron sustancialmente; asegura haber gestionado 100 millones para 5 carreteras estatales; logros ya señalados en informes federales, estatales y municipales. Entonces ¿a quién debemos creer? Porque ahora resulta que todos presumen un mismo logro.
Seguros de desempleo –que se pagan por los mismos trabajadores- presupuestos históricos, domos deportivos y otras muchas cuestiones que nadie verifica sean ciertas; pero que todos miran que no lo son.
Ejemplos hay muchos más, ahí el informe de cierto diputado verde realizado en Cancún, cuya estratagema fue descubierta cuando los asistentes a su evento reclamaron que no les habían entregado las despensas que les prometieron.
Estos sin duda ejemplos de transparencia convenenciera, sea este pues un “ataque político y electorero”, pero cierto, lanzado desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
Estimable Julian loable tus afirmaciones sobre el estado de las cosas políticas en nuestro país, mismas que han sobrevivido a pesar de todos los esfuerzos de pocos ciudadanos valientes que han elevado su voz para dejar a la vista la farsa en que vivimos. Decimos en el campo que al pueblo lo tienen «maiceado» con dádivas y regalitos que sirven para muy poco, véanse las mochilas para apoyar la educación, al rato van a regalar canastas para quitar el hambre del pueblo. Nadie cree en los discursos pero se callan por conveniencia o por hambre.