
No estoy para dar consejos, pero, ya encarrerado, que más da, ahí le va uno:
Nunca se desgreñe con el prójimo por culpa de algún político prominente.
No vale la pena.
Ellos solo están para velar por sus intereses y por el de su círculo más cercano.
Usted, a menos de que haya jugado canicas con alguno de los candidatos, es solo una brizna en la inmensidad del desierto.
Usted, es un simple mortal que con una gorra y una playera en mano, brinca de alegría.
Es un número apenas en la feria de las sumas.
Un rostro difuso entre las multitudes.
Un votante más a quien le doran la píldora con una torta y una horchata.
No se apasione.
No se pelee.
No se rasguñe con el que piensa diferente y otr@ es su preferid@.
Al final, ellos, los “panes grandes”, se apapachan, se saludan amorosos y usted ahí se queda como el chinito, nomás milando.
La política es una cosa hoy y otra mañana.
Todo depende de negociaciones.
Todo depende del mercadeo.
Del te doy, me das.
De la oferta y la demanda, pues.
Por último, ellos se irán agarrados de la mano, disfrutando de la vida -la dulce vida- y usted a la chamba, a la jornaleada, por que si no, no come.
¿Pruebas?
El “súbito” acaramelamiento de marybelistas y villanuevistas con Mara, candidata a la gubernatura.
¿No que muy enfrentados?
¿No que aquí no pasa?
¡Je, je, je!
¡Ay, la política!
Tan, tan…