Alerta Roja

El colapso de Abuxapqui

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La prueba atlética de relevos 4 x 400 metros es un prodigio de velocidad, precisión y riguroso trabajo en equipo. Cuando un competidor está a punto de entregar el objeto (testigo) a su relevo, este ya comenzó a correr como liebre perseguida por el galgo implacable.

Uno quisiera ver un comportamiento similar en los protagonistas del relevo en la gubernatura y ayuntamientos. En este nivel de competencia, el alcalde electo capitalino Luis Torres Llanes sigue corriendo por la avenida Alvaro Obregón, esperando que el desinflado alcalde Eduardo Espinosa Abuxapqui le ceda el aparatito.

En esta tierra de nadie donde no hay responsables de algo en concreto, aunque todos defienden su grado de autoridad en ejercicio prolongado hasta el 29 de septiembre, nada se resuelve y todo se empantana por deporte, dejando a los ciudadanos como los grandes perdedores de la competencia.

Porque el relevo en la pista debe ocurrir sin que se colapsen las funciones de un Ayuntamiento, pero a la vista de todos está el cochinero al que ha sido condenado Chetumal por el imperceptible servicio de recoja de basura, lo que tendría que avergonzar a Abuxapqui y a su equipo de colaboradores que siguen manejando y viviendo de las arcas.

El abandono de plaza es un acto irresponsable del alcalde capitalino, quien tuvo el privilegio de ocupar la silla por segunda ocasión. En su primera oportunidad, de 2002 a 2005, fue el señor revelación porque se desempeñó con niveles de excelencia, teniendo en la mira la silla olímpica que tanto obsesiona a un pequeño porcentaje de nuestros políticos.

En ese período, Abuxapqui eclipsó al gobernador Joaquín Hendricks sin esfuerzo, consolidándose como el mejor político chetumaleño con su traje de formalidad luminosa a toda prueba, ya que tal como prometió en campaña permaneció en la silla por tres años, interrumpiendo la rechazada racha de interinatos priistas.

En su segundo período Abuxapqui maniobró con mucha habilidad, dejando sentir su mano experta en el manejo de temas siempre complicados, ya que el Ayuntamiento quedó maltrecho por la acumulación de trienios de pesadilla como los encabezados por Andrés Ruiz Morcillo y Carlos Mario Villanueva Tenorio.

Domar el potro era la carta de presentación de Abuxapqui para aspirar de nuevo a la chamba reina que obsequia poderes de Júpiter sexenal. Y su fracaso en la batalla por la candidatura lo hundió en el meimportanadismo, perdiendo la motivación para enfrentar las tareas más rutinarias que son exigidas por la comunidad.

¿Estará Abuxapqui satisfecho con su balance de los últimos tres meses? Porque su mano ya dejó de notarse en Palacio Municipal, aunque el poder lo llegó a compartir con su ahijado Jorge Aguilar Cheluja, a quien habilitó como su segundo de a bordo al frente de la Secretaría General.

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