Golpe de Mazo
Novedades Chetumal
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Por fin, desde el primer segundo de este viernes los nuevos alcaldes tomaron el mando en los once Ayuntamientos de nuestro estado, obligados a atender el desastre que predomina en gran parte de las demarcaciones donde recibieron arcas vacías y el caos generalizado.
De sur a norte la situación de la mayoría de los municipios es crítica, lo que pone enorme presión sobre los presidentes municipales entrantes porque la población reclama un cambio inmediato.
El común denominador es una aplastante deuda pública que hasta el primer trimestre de 2016 era de 2 mil 911 millones 700 mil pesos en pasivos a largo plazo, es decir, en esta cantidad no se contemplan los adeudos a proveedores ni los créditos a corto plazo, concentrada principalmente en los cuatro municipios más grandes: Cancún (Benito Juárez), Playa del Carmen (Solidaridad), Chetumal (Othón P. Blanco) y Cozumel.
Por la cuantiosa deuda y el desastre económico en que dejaron las arcas sus gobernantes priistas, en tres de esos municipios los votantes castigaron al Tricolor y entregaron la alcaldía a sus opositores de la alianza PAN-PRD, que tendrán ahora la difícil misión de sacar no del bache a sus ayuntamientos, sino del fondo del abismo más macabro.
Los ex priistas Luis Torres Llanes y Cristina Torres Gómez, alcaldes de Chetumal y Playa del Carmen, tienen desde hoy tareas descomunales porque sus antecesores, Eduardo Espinosa Abuxapqui y el interino Rafael Castro Castro, dejaron sus municipios hechos un cochinero, sin dinero, con deudas estratosféricas, conflictos laborales y servicios públicos paralizados.
Ambos están obligados a poner manos a la obra de inmediato, porque el justificado enfado ciudadano por la falta de servicios puede cobrarles una factura ajena.
El desafío del chetumaleño Luis Torres es enorme porque la capital del estado tiró por la ventana al PRI, harta de corrupción y abusos de poder en la esfera gubernamental donde cada órgano es cancerígeno y reclama tratamiento urgente.
En Cozumel, la panista Perla Tun Pech tendrá el privilegio de gobernar un municipio absurdamente endeudado porque su antecesor priista, Fredy Marrufo Martín, fiel a su costumbre infló la deuda sin piedad, hipotecando las finanzas por los próximos 20 años.
Los ocho municipios restantes quedaron en manos de alcaldes de la alianza PRI-Verde-Panal, por lo que la transición ha sido más tersa y los trapos sucios han permanecido en lo oscurito.