Francisco J. Rosado May
Esta reflexión la estoy haciendo a poco menos de 12 horas antes del inicio de la elección presidencial en los Estados Unidos, después de analizar las opiniones vertidas en varias columnas a nivel nacional y de Estados Unidos y después de observar el comportamiento de las tendencias de preferencias, sondeos encuestas, apuestas y de estudios de probabilidades para cada uno de los dos candidatos. Recomiendo la consulta de páginas como http://fivethirtyeight.com, y https://electionbettingodds.com
Conociendo la gente y la cultura de los Estados Unidos (he vivido ahí durante algunas elecciones y he seguido de cerca otras desde México) y, especialmente, después de haber tenido pláticas con colegas mexicanos y norteamericanos, yo no tengo duda alguna de que Hillary alcanzará los 270 votos electorales necesarios para ser electa como presidenta el país más poderoso de nuestro planeta.
Se ha hablado del efecto de las elecciones en la economía de México, en la relación política entre nuestro Presidente y Hillary o Trump. Sabemos las posiciones de cada uno de ellos con respecto a nuestro país y sabemos que será una elección muy reñida. Los últimos datos de las 7:00 pm (hora de Q. Roo) dan a Hillary una ventaja de alrededor de 4 puntos en las encuestas y una probabilidad cercana al 70% de ser electa presidenta.
Pero hay un tema que debe preocuparnos y ocuparnos a los mexicanos progresistas. ¿Cuál será el porcentaje final de apoyo a Trump? Asumiendo que las encuestas de voto popular serán acertadas, por primera vez se expondrían ante todo el mundo el 45% (aproximado) de la población en posibilidad de votar en Estados Unidos como aquellas que comparten con Trump su visión del mundo, sus valores y sus políticas. Y como progresista no podría estar de acuerdo con ello. Y, por si no fuera poco, con una elección apretada, existe una alta probabilidad de que Hillary desde la presidencia trate de “calmar” la ola trumpiana, adoptando parte de sus propuestas y visión del mundo.
Entonces tenemos un problema serio, muy serio.
Es decir, cuando en Cancún o la Riviera Maya, o en Chetumal, alguno de nosotros interactuemos con un estadounidense desconocido, casi existe una probabilidad del 50% de que sea una persona que comparte la idea de la construcción del muro, de que los mexicanos estamos quitando trabajo a los estadounidenses y así con las otras opiniones trumpianas. Muy difícil, ¿no? ¿Qué hacer? ¿Estamos preparados en México y en Quintana Roo? ¿Cuáles son nuestras opciones? Cruzarnos de brazos no es una opción.