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Anemia y divisionismo entre políticos chetumaleños

Pena Capital
Novedades Chetumal
Javier Chávez

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Una de las canteras de políticos quintanarroenses está en bancarrota. Chetumal ya no aspira a las grandes ligas y su clase política priista está peleada a muerte, o en el menos lapidario de los casos son incapaces de dialogar en buenos términos, afectada por el predominio de la desconfianza y los mezquinos intereses de grupo.

No debe sorprendernos que Chetumal tenga a estas alturas como máxima figura al ex gobernador Mario Villanueva Madrid, sometido a un prolongado proceso –ahora en Nueva York – por presuntos vínculos con el narcotráfico, cosechando en gran parte del Estado muestras de solidaridad.

Mario Villanueva gobernó de 1993 a 1999, sin concluir su período porque se esfumó el 27 de marzo para escapar de la perruna vigilancia de efectivos federales que lo tenían en la mira.

chetumaleños 70Hablamos de 15 años de orfandad política para el chetumaleño, ya que su sucesor Joaquín Hendricks Díaz no tuvo el gen de esta comarca y para los priistas es considerado un traidor por el hecho de haber torpedeado a su compadre Eduardo Ovando Martínez, quien con todo y “redes amigas” fue enviado a la lona en el proceso interno de principios de noviembre de 2004.

La orfandad la acentuó el ex alcalde capitalino Carlos Mario Villanueva Tenorio, quien mancilló a placer un apellido que desata añoranza y simpatía a manos llenas. Recordemos que arrasó en la elección de julio de 2010 y parecía destinado al mejor de los futuros.

Mucho daño le ha hecho al priista chetumaleño la falta de adversarios de otros partidos, ya que la oposición panista y perredista tan famélica si acaso sirve como comparsa, incapaz de plantear un desafío al partido dominante.

Recordemos que tanto PAN como PRD no tienen diputados locales plurinominales, a diferencia del PRI que cuenta con Cora Amalia Castilla Madrid y Pedro Flota Alcocer.

Y a nivel de legisladores federales tampoco la oposición ha impulsado a chetumaleños, a diferencia del PRI que cuenta con Lizbeth Gamboa Song. El último diputado federal chetumaleño –obviamente pluri– ha sido el panista Juan Carlos Pallares Bueno, quien tuvo un desempeño mediocre de 2000 a 2003.

El alcalde capitalino Eduardo Espinosa Abuxapqui ha sido el político con mayor aceptación popular a partir de 2002, impulso que le permitió aspirar a la silla mayor en 2010. Y ahora no quita el dedo del renglón, aunque en situaciones tan complicadas en la silla municipal.

carlos mario y morcillo 54Porque Abuxapqui nada tiene que agradecer a sus antecesores Andrés Ruiz Morcillo y Carlos Mario Villanueva Tenorio, quienes combinaron sus esfuerzos para culminar una misión demoledora, inoculando el virus del ébola al paciente con achaques.

El incómodo legado de Morcillo puede complicarle sus aspiraciones electorales, ya que pretende enfrentar a la diputada local ArletMólgoraGlover, amplia favorita para colocarse en el bolso de mano la candidatura a la diputación federal.

Pero ni en  sueños Morcillo puede contar con el respaldo o neutralidad de Abuxapqui, quien también tiene su corazoncito electoral y mantiene proyecto propio, aunque ha ido depurando a su grupo con la expulsión de engendros como Normando Medina Castro y talentos disciplinados como Gustavo García Bradley.

El político chetumaleño de trayectoria tiene un punto débil que lo condena a la amarga derrota: todos quieren comandar el pelotón y son incapaces de ponerse de acuerdo en los temas más tersos. Y si hay una candidatura en juego, todos quieren tomarla por asalto amparados en su “capital político”.

Cada uno permanece atrincherado en su lote popular de 24 metros cuadrados, apapachado por un grupito de achichincles sin talentos significativos, lo que les impide el cierre de filas para fortalecer una opción altamente competitiva.

Por ello muchos chetumaleños tienen gallos del norte.

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