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Cuando tuvieron la gubernatura

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Los chetumaleños que aspiran a la gubernatura deben batallar con expedientes que no han sido sepultados y que explican en gran medida el decidido respaldo a pretendientes de otras regiones del estado. La huella negativa del ex gobernador chetumaleño Joaquín Hendricks Díaz sigue flotando en el ambiente, y no olvidemos que fue abucheado en diversos foros cuando el gobernador cozumeleño Félix González Canto cosechaba aplausos en carretilla.

Hendricks ha sido uno de los gobernantes que menos juego ha repartido entre los de casa, ya que por un devorador resentimiento prefirió rodearse de fuereños, encumbrando a consentidos de patio que fracasaron y fueron despreciados en las urnas cuando quisieron ser diputados locales en 2005, como Cecilia Loría Marín y Moisés Pacheco Briceño.

El chetumaleño tuvo la gubernatura en sus manos en dos períodos consecutivos, desde que Mario Villanueva Madrid se instaló en 1993, teniendo como testigo de honor al Presidente Carlos Salinas de Gortari.

Y aunque el período de Villanueva fue turbulento en extremo, cosechó una devoción que no pudo captar su sucesor Joaquín Hendricks, quien hizo añicos las esperanzas de dos chetumaleños que compitieron en distintos procesos internos.

El primero, Javier Díaz Carvajal, demolido cuando intentó ser candidato del PRI a diputado por el distrito con cabecera en Chetumal. El gobernador maniobró para que la candidatura quedase en manos de Víctor Alcérreca Sánchez, quien ya en su curul tuvo un desempeño de fábula, de esos que ameritan reelección tras reelección.

El segundo, al triturar a su compadre Eduardo Ovando Martínez cuando intentó ser candidato a la gubernatura, favoreciendo al cozumeleño Félix González Canto.

Y lo peor en Hendricks fue su legado fallido, visible cuando contemplamos en el bulevar Bahía la megaescultura inconclusa y con avanzado deterioro. Y la lista de travesuras incluye a sus hermanitos, solapados por el último gobernador chetumaleño que nadó en el pantano de la corrupción y la frivolidad tan irresponsable, denunciada con valentía por su esposa María Rubio cuando el gobernador efectuaba con dos amigos de gabinete un viaje de placer por Europa, descuidado la atención a los damnificados por el huracán Isidore en 2002.

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