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El nuevo chetumaleño

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Novedades Chetumal
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La capital del estado fue despojada de lo que más presumía y era fuente de envidia y asombro en otros rumbos: su placentera seguridad, todavía presente a fines de la década de los 80 pero arrebatada con ocasionales dentelladas de  criminales cada vez más bestiales. Lo peor venía en camino, aunque compararnos con otras capitales no debe consolarnos, ya que debemos contemplarnos en nuestro espejo.

Si hay delincuentes que entran a las iglesias a robar y  hasta someten a un sacerdote, entonces hemos traspasado el umbral del delito soportable. Porque el que lastima a un símbolo del poder celestial está dispuesto a todo: violar a su madre, vender a sus hijos, apostar a sus nietos.

Tuve la fortuna de disfrutar en 1988 las últimas luces de ese Chetumal que se ha ido quizá en definitiva, y que nos inundaba de una tranquilidad inconcebible para los menores de 40 años.

Los vecinos que se conocían del todo eran la base de aquel Chetumal. Colonias como la Barrio Bravo original tienen su convivencia de fin de año, y el encuentro es muy emotivo, repleto de anécdotas generacionales.

En las colonias de hoy cuesta trabajo conocer a dos o tres vecinos, y con frecuencia no pasamos del diplomático saludo de buenos días. Algunas familias optan por el aislamiento, y no faltan lo que rentan por meses y se esfuman.

El atractivo de las nuevas zonas residenciales consiste en la colocación de casetas de vigilancia para permitir el paso de vehículos. Así el nuevo chetumaleño se aísla para estar seguro, sin que este blindaje sea a toda prueba.

Sitios como Andara son preferidos por políticos, funcionarios y empresarios. Su seguridad bien lo vale, aunque uno se sienta en un todo incluido donde te aburres al tercer día.

Pero el chetumaleño que lleva 100 pesos en el bolsillo no tiene este recurso, de ahí su rabia al enfrentar a los rateros que atrapa y las advertencias de justicia por mano propia, fresco en su memoria el linchamiento de un presunto delincuente en la localidad sureña de Carlos A. Madrazo.

Muchos comerciantes colocan sus rejas para despachar por una ventanita. Tiendas de abarrotes, licores y farmacias tienen esta modalidad en numerosas colonias, ya que abundan los asaltantes que van por efectivo o productos para venderlos a cambio de drogas.

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