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El solitario López Obrador

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Desde 1994 el candidato presidencial del PRI no gana en Quintana Roo. Vicente Fox en 2000 y Andrés Manuel López Obrador en 2006 y 2012 han obtenido el triunfo, aunque sólo el zorro guanajuatense logró instalarse en Los Pinos.

El nerviosismo del presidente Enrique Peña Nieto salta a la luz porque López Obrador sigue acumulando puntos de popularidad mientras el PRI no fortalece una sola de sus figuras y parece condenado a una elección de pesadilla en 2018, escenario similar al enfrentado por el PAN en 2006, cuando López Obrador llegó con una cómoda ventaja que desperdició en la recta final del duelo contra Felipe Calderón.

Pero el poderío de López Obrador no es acompañado por los ejércitos locales, ya que todo el peso recae en su espalda. Quintana Roo nada aporta a su causa porque predominan las ambiciones de grupúsculos que se cuelgan de la imagen de su líder religioso, bloqueando el paso a valores que tienen mucho que aportar para que Morena deje de ser una sociedad solo apta para iniciados que no hayan cometido el pecado de sumergirse en la bañera del PRI.

Detecto en Morena un nocivo exceso de confianza provocado por los sorprendentes resultados de la elección federal del pasado siete de junio, cuando sus candidatos anónimos cosecharon sorprendentes porcentajes de votación, superando en el segundo distrito al independiente Andrés Ruiz Morcillo, quien armó mucho alboroto con sus firmas bajo lupa y no llegó muy lejos.

López Obrador subió al ring a José Luis Pech Várguez como su plan A como candidato a la gubernatura, y el ex rector de la Universidad de Quintana Roo (UQROO) ha sido señalado como un caballo de Troya sin que el ala inconforme de Morenos desenmascare opciones formales porque su canasta luce vacía a simple vista.

Porque nadie se atreve a contradecir al amo de Morena, deslizando una opción casta para disputar la silla de sillas. Todo se agota en el golpeteo inmisericorde y sin tregua.  

Si López Obrador es director técnico y cubre todas las posiciones en el terreno de juego, no llegará muy lejos y esa obsesión por su tercer encuentro consecutivo en 2018 puede tener un desenlace que festejarán sus adversarios que hoy le tienen pánico, ya que Morena depende por completo de lo que haga o deje de hacer este patriarca del trópico.

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