DESDE LOS ONCE PASOS
Javier Chávez Ataxca
Lastimado su orgullo de sede de los poderes, Chetumal padece la peor etapa de su decadencia política y su bofetada más reciente fue la imposición de la cancunense Anahí González Hernández como candidata de Morena a diputada federal por un distrito ajeno: el segundo, con cabecera en Chetumal y que incluye los municipios de Othón P. Blanco, Bacalar, Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos.
Imaginen que el exalcalde chetumaleño Eduardo Espinosa Abuxapqui es candidato de Morena por un distrito de Cancún. O el exalcalde moreno Otoniel Segovia, fulminante rematador de terrenos. De ese tamaño la afrenta en los dominios del absurdo.
Anahí le hizo un desaire al distrito que representa al decidir la presentación de su primer informe en Cancún. Supongamos que la gobernadora Mara Lezama decide rendir su primer informe en la Ciudad de México, su lugar de nacimiento.
Ahora la diputada federal de Morena quiere arreglar el entuerto con un informe sacado de la manga para la capital, convertida en plato de segunda mesa porque el evento estelar lo presenciaremos mañana por la tarde en la Plaza de la Reforma, contemplando Anahí el Palacio Municipal donde dormita la alcaldesa relevista del Verde Ecologista, Ana Patricia Peralta de la Peña.
El orgullo de nuestra capital ha sido convertido en trapeador de baño de autobuses guajoloteros y por ello Anahí González estaba obligada a darle su lugar al segundo distrito que representa, porque mujeres y hombres de cuatro municipios votaron por ella masivamente, despreciando las candidaturas de los chetumaleños José Alberto Alonso Ovando, Víctor Manuel Zapata Vales y Carlos Mario Villanueva Tenorio.
Aunque no lo parezca, nuestro segundo distrito también cuenta con mujeres y hombres con criterio y muy exigentes con su clase política, pero tienen que ser de casa aunque a menudo le salgan bastante malitos.
