A Tiro de Piedra
Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse,
saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse
Francois de Rochefoucauld
Julián Santiesteban
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Disculpar la aberración dicha por el diputado Juan Carrillo Soberanis, al agraviar a todos los que en el sur de Quintana Roo habitamos calificando a la capital estatal como “pueblo bicicletero”, equivale en la política nacional a disculpar la franca corrupción del niño no tan verde, Jorge Emilio González, y aceptar por “su juventud” que “lo chamaquearon.”
Lo grave en ambos personajes no es la supina ignorancia que demuestran, al final nadie es culpable de nacer con carencias encefálicas y no tener capacidad de aprendizaje, sino el ser dirigentes partidistas que, se supone, enarbolan proyectos de gobierno y son –o debieran ser- la representación misma de los principios fundamentales de los partidos políticos a los que pertenecen; el “niño verde” como dirigente nacional del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el segundo como el presidente –aun- del Frente Juvenil Revolucionario (FJR) del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Quintana Roo.
Del niño verde no hay mucho que agregar, sus andanzas han sido ampliamente conocidas, sus fiestas y derroches en sus departamentos de Cancún, los intentos de soborno a empresarios para lograr desarrollos inmobiliarios en aquella ciudad, su reciente boda en Baja California, y, aunque parezca contradictorio, su eterno anhelo de convertirse en gobernador de Quintana Roo, -háganme en favron cabor.-
De Juan Carrillo Soberanis, sin embargo, poco se conocía hasta ahora, simplemente porque el señalado tiene una tan meteórica como artificial vida política, y es eso lo que tal vez esa “inexperiencia” la que lo llevó a comentar en voz alta lo que seguramente muchos han de pensar, en el sentido de que, quienes habitamos en Chetumal, no somos más que “huiros” tratando con ello de decir que somos como ignorantes, como “poquita cosa”, como “desconocedores de lo bueno”, y que la ciudad capital, asiento de los 3 Poderes del Estado, no es más que un pueblo bicicletero.
Lo anterior lo destacó Golpe de Mazo, ayer en Novedades Chetumal, y es tanta la simpatía que genera el conocido diputado que la nota ya fue difundida a nivel estatal, y retomada incluso en noticiarios radiofónicos de toda la entidad. Nada bien para el “joven político”, cuya experiencia no pasa más allá de haber sido dirigente estudiantil en la Universidad Anáhuac de Cancún, y organizador de conferencias, según su mismo currículum oficial en la página del Congreso del Estado.
Golpe de Mazo, señala que el legislador considera que la capital no tiene atractivo alguno y no entiende cómo puede ser la capital de Quintana Roo. Claro que no lo entiende, su evidente ignorancia de la historia local lo llevan a afirmar semejantes aberraciones; y ya de paso señalar que quienes aquí vivimos no distinguimos ni marcas de ropa, ni perfumes finos. Ándale pues.
Aplaudidores del régimen y priístas muchos –que no todos- destacan a la nueva generación de políticos como la esperanza estatal, como los que han venido a “jubilar” a la vieja guardia y a renovar estructuras con un pensamiento modernista; si la actuación del dirigente de su presidente juvenil, vaya esperanza que tiene la sociedad quintanarroense de alcanzar los anhelos sociales de sus ciudadanos.
Y disculpar semejantes aberraciones no es posible no porque en ello vaya un agravio insalvable, al final es cierto que la capital quintanarroense puede parecer de “ritmo lento” y cuyas costumbres incluso políticas pueden parecer extrañas para quienes no residen en la misma; sino porque son los jóvenes mismos quienes han demandado espacios de decisión en la política nacional y estatal, son ellos los que enardecidamente aseguran que negarles espacios es negar el futuro a la modernidad, a las ideas novedosas, al avance social mismo. Pero vaya retroceso que ocurre con “especímenes” como el señalado.
Sirva “el error” del “joven diputado” Carrillo Soberanis para evidenciar que no todos los jóvenes tienen ideas frescas, contribuyen al desarrollo estatal o representan la modernidad de la política estatal. Sirva esa “resbalada” para recordarnos que antes que la juventud aparente debe anteceder la experiencia y probada capacidad, que no es lo mismo ser conocido que conocedor, ni joven que inexperto, y por supuesto no es lo mismo la inexperiencia que la probada incapacidad; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.
