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La Normal: fábrica de “no idóneos”

Tiro Libre
Anwar Moguel
Novedades Chetumal

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Finlandia cobró fama internacional desde hace una década luego de que las evaluaciones estandarizadas de PISA lo colocaron como el país con la mejor educación en el mundo. De inmediato los intelectuales de la pedagogía empezaron a estudiar e investigar el fenómeno finlandés y su éxito en un área donde muchos fracasan.

Uno de los aspectos más relevantes que encontraron los investigadores educativos fue que en ese país la formación de maestros es tan eficiente como exigente. No cualquiera logra entrar a  la carrera y no cualquiera logra terminarla. De hecho el estudio destacó que era mayor la tasa de graduados en carreras como arquitectura y medicina, que en la docencia.

Como resultado de ello, la profesión de maestro de educación básica es sumamente valorada y respetada en Finlandia, por el alto grado de profesionalización del que gozan.

Hablando del tema de los cientos de normalistas que resultaron “no idóneos”, en la columna del lunes pasado comenté que los recién egresados son los menos culpables y que si había que catalogar a alguien de “no idóneos” sería al personal docente de la Normal de Bacalar.

Y es que la Normal permanece en un estado crítico, presa de los vicios que tanto daño han hecho a la educación y que allí permanecen intocables. La herencia de plazas, el influyentismo y los malos manejos avalados tanto por el SNTE como por la misma Secretaría de Educación, han terminado por convertir a esa institución de nivel superior en propiedad de unas cuantas familias.

En la Normal de Bacalar no se necesita ni preparación ni experiencia para ser formador de docentes. Basta con ser hijo o sobrino de algún otro profesor de la institución que haya decidido jubilarse.

Es tan ridícula la situación que prevalece dentro de la institución que algunos catedráticos que están enseñando a los futuros profesores como dar clases, ¡jamás pusieron un pie en un aula!, mientras que otros apenas tuvieron uno o dos años de experiencia docente antes de que sus papis, mamis o tíos, les dejaran una plaza en el CREN.

Los responsables de los malos resultados en los exámenes de oposición de los nuevos maestros son ellos, y no es justo que solo los jóvenes paguen las consecuencias.

Si pretenden apretar las tuercas en la educación, se debe empezar por las normales, sometiendo a todo su cuerpo docente a evaluaciones periódicas donde demuestren que verdaderamente cuentan con los conocimientos y habilidades necesarias para formar a los futuros docentes, y si no, que dejen su lugar a aquellos que sí tengan tanto la capacidad como la experiencia.

¿Cuántos de los eminentes catedráticos normalistas resultarían “no idóneos” de ser evaluados? No todos, pero sin duda la mayoría.

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