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Otto, un roedor impune

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Desangrar a un paciente anémico es un acto cruel, tan inhumano como lo que hizo Otto Ventura Osorio a su paso por la presidencia municipal de José María Morelos, cuya silla en mala hora ocupó de 2008 a 2011. Porque al analizar los documentos oficiales me domina la indignación que abre paso a la compasión, por esa plaga bíblica que soportaron los morelenses.

Este depredador superó al protagonista de la Ley de Herodes, poseído por un frenesí de bestial latrocinio y seguro de contar con el manto protector de la Auditoría Superior del Estado que despierta de golpe y porrazo cuando debe acalambrar a elementos amenazantes, como lo fue en su momento Gregorio Sánchez Martínez.

Cuando recorro las calles polvorientas de la cabecera municipal de Morelos tengo la impresión de que su autoridad gobierna a control remoto desde Yucatán. Tal es el grado de abandono que he contemplado a cada paso.

Domingo Flota Castillo triunfó en los comicios de principios de julio de 2010, y con las votaciones tan adelantadas el señor Otto tuvo tiempo de sobra para planear su labor roedora, emprendiendo sin pausa un saqueo criminal, propio de un ser que odia con toda el alma a su pueblo.

Ya esfumado el ladrón, Abraham Noh Caballero, Contralor del Ayuntamiento, envió el  9 de junio de 2011 un oficio al titular del Organo Superior de Fiscalización del gobierno del Estado, Emiliano Novelo Rivero. Van la primera travesura del señor Otto:

“Se observó durante la revisión un incremento importante de consumo de combustible en febrero y marzo de 2011, en relación al mes de enero del mismo año. El incremento fue completamente desmedido y sin controles administrativos, dado que el parque vehicular del municipio fue el mismo, y en marzo se enajenaron vehículos”.

Detalló: “Del 1 de enero al 9 de abril de 2011 se consumieron 8 millones 767 mil 965 pesos en combustible, siendo el presupuesto anual autorizado de 9 millones 720 mil pesos. Es decir, el 90 por ciento del presupuesto anual. El gasto descontrolado del combustible impactará en un déficit en las arcas municipales”.

Tan sólo en marzo el señor Otto se gastó 4 millones 43 mil 585 pesos en mares de gasolina, justificables en Ayuntamientos de las dimensiones de Mérida o Cancún.

Mañana les hablaré de los vehículos en su apogeo que el señor Otto vendió como fierros viejos.

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