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Pasillo de los lamentos en el ISSSTE

Pena Capital
Javier Chávez
Novedades Chetumal

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Padecí en sangre propia los rigores del comportamiento inhumano de gran parte del personal clave de la clínica del ISSSTE en Chetumal. A uno le cuesta trabajo comprender las motivaciones de un puñado de médicos y burócratas invadidos por una enfermedad que los hace tan insensibles ante el dolor del prójimo. Y hablo de pacientes que apenas pueden con su alma y que deambulan como mendigos por los tétricos pasillos de esa clínica del espanto, clamando por un trámite o una receta salvadora.

issste chetumal2El mal estado de la clínica del ISSSTE se ha preservado por décadas, alimentado por un personal que enfrenta con fobia las peticiones de cientos de burócratas en activo y jubilados. Pero el problema no se agota en el rechazo y desdén de gran parte del personal, ya que es motivado por un reparto de funciones que dejó de responder a esta realidad repleta de exigencias.

Porque confirmé que todo el peso de la clínica recae en su director, el amable galeno Arturo Toledo Miranda, quien es altamente efectivo y comprometido con sus funciones. Pero tiene que lidiar con subordinados que marchan a ritmo de tortuga, como el Subdirector Médico José Lizardo Carneiro Jiménez, quien a la menor oportunidad sale por los ‘chescos’, dejando tirada la chamba con efectos demoledores.

Comprobé en persona el grado de irresponsabilidad del tal Carneiro, en cuyas manos quedó un trámite mío de extrema urgencia. El Subdirector me atendió, garantizando que en tres horas mi asunto estaría concluido.

“Venga en tres horas”, me recomendó. Y me marché reconfortado, ya que detecté mucha formalidad en sus palabras. Pero al retornar en el plazo solicitado descubrí mi documento abandonado en el escritorio del rincón, previsiblemente con cero avance. Y del tal Carneiro ni sus luces, ya que al acabar el turno dejó sus pendientes en el aire.

Y al poco tiempo reflexioné y comprobé que Carneiro no mintió, ya que tan sólo me dijo “venga en tres horas”.

Director y Subdirector Médico no tienen que concentrarse y desgastarse en cuestiones burocráticas que deben ser resueltas por sus auxiliares. Lo malo del caso es que los mandos inferiores todo lo complican por acto reflejo, habituados a dificultar hasta la salida del sol y el recorrido de las nubes.

Entre otros pacientes, encontré a una anciana que trabajó en el área de consulta externa del Hospital General de Chetumal, y que una vez jubilada ha tenido que enfrentar una temible enfermedad. Su médico familiar le recetó un medicamento, advirtiéndole que no estaba disponible en la farmacia del ISSSTE.

La tierna abuelita tuvo que pagar 2 mil pesos por el medicamento, y aguardaba la aparición de Toledo para que le autorizaran la devolución de su dinero. El trámite sería prolongado, y la mujer que dejó gran parte de su vida en el Hospital General tiene que remar contra corriente para recuperar un recurso tan vital para su economía.

Muchos acudían a la clínica del ISSSTE para lograr la autorización para el traslado, a fin de ser atendidos en Mérida. Algunos solicitaban la autorización para ser atendidos en el Centro Médico Nacional 20 de noviembre del ISSSTE (Distrito Federal), lo que equivalía a pegarle al gordo de la lotería.

Y sin son numerosas las peticiones de esa naturaleza, debe valorarse la opción de crear un área adjunta al Director para que desahogue este tipo de asuntos con sentido práctico. El caso es no martirizar al dolorido derechohabiente, tan minado por enfermedades crónico degenerativas y sediento de una mano amiga que ponga fin a su suplicio inmerecido.

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