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¿Quién salvará a la UQROO?

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En los últimos meses la Universidad de Quintana Roo (UQROO) y su rectora, Elina Coral Castilla, han estado en boca de todos por los escándalos internos que han estallado uno tras otro y por el pésimo estatus de la llamada máxima casa de estudios del estado en el ranking universitario nacional e internacional, razones que han calentado el ambiente de la sucesión en la Rectoría meses antes de lo anticipado.

Y es que Elina Coral terminará su turbulento periodo al frente de la Universidad en agosto del presente año, y la junta directiva de esa casa de estudios deberá tener listo un reemplazo a más tardar el 14 de agosto.

Cabe señalar que la rectora no puede ser reelecta porque excede la edad límite, pues los estatutos marcan que en el momento de ser electo el rector(a) no debe superar los 70 años, y para ese entonces Elina contará con 72 años de edad.

Con la UQROO convertida en un polvorín donde los intereses personales de ciertos directivos y académicos han tornado a la comunidad universitaria en un campo de batalla en el que incluso los alumnos son utilizados como carne de cañón, es prioritario que los integrantes de la Junta Directiva valoren los perfiles de los interesados más allá de su trayectoria política, y tomen en cuenta las capacidades reales, tanto administrativas como académicas de los aspirantes para rescatar un proyecto que está haciendo agua.

Porque en estos momentos, con la UQROO atravesando una crisis sin precedente, lo peor que podría pasar es que la rectoría fuera considerada –como ha sucedido en muchas ocasiones– un premio para políticos locales con méritos partidistas pero sin idea de lo que significa liderar una casa de estudios, con todas las complejidades que conlleva.

Apuntados en la contienda hay muchos, y en el camino se incluirán otros tantos. Se han manejado los nombres de Ángel Rivero Palomo, Antonio Hoy Manzanilla, Nancy Quintal, Iván Hernández Pacheco, Leslie Hendricks Rubio y hasta el del Secretario de Educación, José Alberto Alonso Ovando.

Pero no se trata de lanzar nombres al azar o por una cuestión de simpatías. Porque los que tendrán parte en la decisión deberán hacer a un lado sus afinidades políticas para elegir un rector con habilidades probadas y con elementos que puedan dar rumbo a la UQROO, cerrando la puerta a los improvisados caza chambas de primera línea.

Y si ninguno de los “probables” tiene lo necesario, pues hay que mirar hacia fuera por el bien de la Universidad.

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