Columnistas

La dignidad maya contra la Alegre soberbia

AL MARGEN

Rubén Vizcaíno A.

Luis Alegre Salazar arremetió con soberbia galopante,  armado y exhibiendo su ignorancia incomprensible, en contra de los diputados integrantes de la XVI legislatura del estado, a los que conminó a corregir lo que a su juicio fueron “los errores de diciembre”, en especial la autorización de 5 millones de pesos para la creación del nuevo Gran Consejo Maya “Jacinto Pat”.

De acuerdo con el diputado federal y aspirante a la candidatura de Morena a gobernador en 2022, la asignación de esos recursos, prevista y aprobada en los artículos transitorios noveno, décimo y décimo primero de la Ley de Egresos del gobierno estatal, “atenta contra los usos y costumbres de la etnia maya”, por lo que aseguró ya haber entablado comunicación con los legisladores locales para que revoquen el acuerdo citado.

En “cortito”, el aspirante afirma que “regañó y hasta carajeó, a uno de “sus” diputados: Hernán Villatoro Barrios, por atreverse en tribuna a defender la propuesta oficial.

La respuesta, a “bote pronto”, de los regañados no se ha hecho esperar. Al respecto, la presidenta de los Junta de Gobierno y Coordinación Política de la XVI legislatura, Reyna Durán Ovando, declaró que no se enmendará nada de esta aprobación, ya que no es solo correcta, sino necesaria. Parece que Reyna aprendió la lección de los errores cometidos por su antecesor, Édgar Gasca Arceo y no piensa repetirlos.

Al Alegre aspirante le hubiera bastado con leer los antecedentes para coincidir con la visión de Reyna. Se entiende que Alegre Salazar no sea experto en todos los temas, pero es inadmisible que no estudie personalmente o no cuente con asesores que le esclarezcan los asuntos sobre los que opina. Esa carencia lo impele, como en este caso, a desnudar su torpeza y exhibir su soberbia. A permitir que el hígado domine al cerebro, lo cual no es saludable, políticamente hablando.

La motivación del Alegre aspirante no es la defensa de la etnia maya. Por el contrario, es la aversión en contra de uno de los más dignos exponentes de la misma, el general José Isabel Sulub Cimá, quien no se ha plegado a sumarse al grupo de promotores del diputado federal y cuestiona el uso mediático de su raza con fines políticos.

Descendiente directo de un combatiente de la Guerra de Castas, Sulub Cimá alcanzó notoriedad cuando entregó el bastón de mando de la etnia al entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador. Brilló, aún más, el 24 de febrero pasado, cuando en plena ceremonia del Día de la Bandera subió al presídium encabezado por AMLO y se “cuadró”, saludando militarmente durante los honores al lábaro patrio, generando una imagen que fue replicada por todos los medios informativos.

Su trayectoria, inteligencia y liderazgo están fuera de todo cuestionamiento. Por lo mismo, paradójicamente, se le ataca. Es un hecho que les resulta “incómodo” a algunos actores políticos que han intentado, hasta ahora sin éxito, eliminarlo de la jerarquía maya.

Luis Alegre Salazar debe leer el texto titulado “El general sí tiene quien le escriba,  del catedrático Francisco Rosado May, bisnieto del líder de la guerra de castas, Francisco May, para tener el contexto correcto. Si lo hace, entenderá que la asignación de recursos no atenta contra los usos y costumbres de la etnia maya.

Se enterará que el Gran Consejo Maya fue creado, apenas, en el año 2017 y que es, además, una A.C., si: una asociación civil, que sustituyó al Supremo Consejo Maya, que resultaba inoperante. Es por lo tanto ridículo y torpe sostener que se trata de un órgano resultante de la práctica de Usos y Costumbres de la etnia Maya.

Solo falta que lo haga. En el caso que acepte esta humilde sugerencia, tendrá menos posibilidades de exhibirse como soberbio, torpe y desinformado aspirante, por más que sus jilgueros insistan en que va “muy adelante” en la anticipada pugna para suceder en el cargo a Carlos Joaquín González.

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