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Cirugía mayor en la Uqroo

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La llegada de Angel Rivero Palomo a la Rectoría de la maltrecha Universidad de Quintana Roo (Uqroo) ha provocado que los graves achaques y problemas de salud interna que sufre la casa de estudios queden momentáneamente en el olvido mientras se vive una luna de miel, que dadas las circunstancias, difícilmente dure más allá de unas cuantas semanas.

Y es que la Uqroo ha enfrentado un proceso de deterioro que se ha prolongado por años, generando males crónicos que han llevado al proyecto universitario al borde del desahucio, diluyendo en el paso de los años el modesto prestigio que pudo conseguir en sus buenos tiempos.

Para la enfermedad casi terminal que sufre la Universidad quintanarroense, no existe panacea ni varita mágica que logre su rehabilitación inmediata, y el arribo de Rivero Palomo no garantiza que su estado vaya a mejorar en el corto o mediano plazo.

Si bien la comunidad universitaria ha tomado con agrado el relevo de Elina Coral, que tuvo una gestión para el olvido, no hay seguridad de que el nuevo Rector dé un golpe de timón para reencausar el rumbo de la Uqroo, porque hasta el momento no ha demostrado nada en el ámbito académico ya que toda su carrera ha sido en la burocracia estatal.

Porque no fue la amplia colección de títulos de Rivero Palomo, ni su capacidad de comunicarse en dos o tres idiomas lo que le abrió las puertas de la oficina del Rector, sino su larga trayectoria política cobijado siempre en la alta burocracia estatal.

La Uqroo enfrenta una problemática muy compleja en todas sus líneas, comenzando por el abandono de la calidad de sus catedráticos y el bajo nivel de investigación que realiza, trabajos que en muchos casos son mera simulación.

Es preocupante que la euforia opaque al sentido común, y que con el anunciado cambio de mando universitario se echen las campanas al vuelo pensando que ahora sí todo será diferente y la Uqroo saldrá de terapia intensiva con el puro entusiasmo.

Esto no será así, porque no existen soluciones automáticas ni inmediatas. Para que la Universidad restaure su salud hace falta una cirugía mayor, un trabajo metódico y sistemático que vaya corrigiendo los males área por área, línea por línea.

¿Será Angel Rivero Palomo el cirujano que la Uqroo necesita? Está por verse, porque al joven Rector le espera un reto muy diferente a su cómodo paso en Cultura y la Sedesi. Tiene mucho que demostrar.

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