
Con Mara Lezama como gobernadora electa de Morena se corona un avance con notas históricas para las mujeres de Quintana Roo, quienes han ido conquistando espacios reservados para los machos alfa y machomenos que permitían la participación de ellas con gotero semivacío. Pero como a los varones, a las damas hay que exigirles con el mismo rigor y sin concesiones, porque importan los resultados que impactan en los pueblos.
El de las mayores o mínimas capacidades de hombres y mujeres es un debate hueco, porque la incompetencia y las destrezas no distinguen combinaciones de cromosomas o preferencia sexual. Hay que explorar en cambio la trayectoria personal, profesional y del oficio de cada cual para determinar su valía, porque un grado académico puede ocultar a un agresor sexual o a un corrupto de marca, como los que hemos padecido en este pedazo de pastel caribeño.
Abro el abanico para incluir a muchas damas que han sido más crueles que los hombres en sus espacios de poder, porque disfrutan humillando a mujeres y hombres y derrumban el mito de que las empoderadas son más sensibles en el trato a sus subordinados. Abundan las malvadas en los tres órdenes de gobierno y las sufren muchas empleadas como una pesadilla cotidiana.
Brillantes mujeres han ocupado espacios de poder, como las eternas e inolvidables chetumaleñas María Cristina Sangri Aguilar y Sara Esther Muza Simón, pero la presencia de más mujeres no hace por sí misma la diferencia. Vean el papelón de Mary Hernández y Blanca Merari Tziu Muñoz como alcaldesas de Morena y del Verde en Felipe Carrillo Puerto y Puerto Morelos, pero también el triste papel de la chetumaleña Rosa Elena Lozano Vázquez como secretaria de Desarrollo Económico con su cuento del Recinto Fecalizado Estratégico.
Con méritos incuestionables Mara Lezama será la novena gobernadora de Quintana Roo y primera mujer en esta silla, pero además la primera de Morena y primera de Cancún, una combinación novedosa con la que zarpará este 25 de septiembre, cuando releve a Carlos Joaquín e inaugure el denominado ‘cambio verdadero’ que sustituye al ‘gobierno del cambio’ y vaya materializando su plan de gobierno en condiciones tan adversas, porque la casa está convertida en un cochinero por el daño causado por sus gobernantes a partir del sexenio del chetumaleño Joaquín Hendricks Díaz.
Mara iniciará su complicada tarea para mejorar a Quintana Roo en todos los flancos: seguridad, salud, educación, obra pública y combate a la corrupción. Tendrá además el apoyo del Presidente Andrés Manuel –el amo de Morena– y un sólido respaldo de la 4T que se placea en todas las posiciones políticas municipales, estatales y federales, sin que sea significativa la pérdida de dos posiciones legislativas de la 4T que se llevaron a otras bancadas Laura Fernández Piña y el Doctor José Luis Pech.
Pero apenas Mara saltará al terreno de juego y la iremos evaluando con rigor periodístico y el de la opinión pública, de ahí que haya sido una lambisconería nauseabunda la de Julio Montenegro, el diputadito de Morena que propuso inscribir en letras doradas el nombre de Mara Lezama Espinosa en el muro de honor del Congreso y hasta llegó a compararla con Marie Curie.
Mara irá demostrando que puede encabezar un gobierno incluyente y efectivo cuyos frutos aguardamos casi todos los quintanarroenses, excluyendo a las alimañas criminales que deben ser combatidas para impedir que sigan violando, privando de la libertad, asesinando y cobrando derecho de piso como Pedro por su casa.
Y es cuestión de tiempo para que el gobernador Carlos Joaquín sea llamado por el Presidente para ocupar una embajada o incluso la desperdiciada Secretaría de Turismo donde hiberna Miguel Torruco Marqués, quien puso mil y un pretextos para no mudar la dependencia o parte de ella a nuestra maltratada e ilusionada capital del queso de bola.
Carlos Joaquín tiene una enorme ventaja porque no milita en ningún partido desde que desertó del PRI, orillado a principios de 2016 por el cozumeleño Roberto Borge, último de la era de un partido Tricolor que difícilmente volverá a ser protagonista en la lucha por el trono de la calle 22 de enero.
El hermano de Pedro Joaquín Coldwell permitió que el panismo lo presumiera como uno de sus gobernadores, pero mantuvo su autonomía que sin dilema moral le permitirá enfundarse la casaca de Morena si así lo decide, convirtiendo a sus críticos en adoradores por arte de magia si es bautizado por el Sumo Pontífice pejelagartiano.