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La Cofepris, desatada

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Novedades Chetumal
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Como perro bravo sin cadena anda la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios en Quintana Roo, que en su afán por lavarse la mala imagen que carga y que se acentuó con la trágica muerte de un menor de dos años tras consumir pollo en mal estado en un asadero de Bacalar, andan clausurando negocios a diestra y siniestra, sin medir el impacto negativo que causan al actuar con ese nivel de autoritarismo.

Y es que esta semana, luego de recibir denuncias por parte de comensales que resultaron afectados en su salud, de buenas a primeras clausuraron la popular marisquería “El Pargo”, ubicada en las afueras de Chetumal, en la carretera rumbo a Huay Pix.

Luego de la denuncia interpuesta por varios clientes que al parecer consumieron mariscos en mal estado, el Director de la Cofepris en el estado, Ángel Sánchez Fernández, informó que sus inspectores encontraron serias violaciones a las normas sanitarias en la preparación de alimentos en ese restaurante, así como baños insalubres y otras irregularidades.

Por esa razón, sin contemplaciones decidieron clausurar el negocio y exhibirlo públicamente como una acción digna de presumir, mientras que con su tajante actuación dejan en el aire el ingreso familiar de decenas de empleados y propinaron un golpe mortífero a la reputación de la marisquería, que difícilmente recupere su nivel de clientela.

No se trata de justificar la irresponsabilidad del restaurante en cuestión, sino de un modo de actuar que ya se volvió costumbre en la Cofepris, donde el dicho de “muerto el niño a tapar el pozo” les cae como anillo al dedo.

Porque en lugar de cumplir con su función  de inspeccionar regularmente los expendios de alimentos, restaurantes y fondas para garantizar a los clientes la seguridad de su salud, se ha convertido en un implacable juez que castiga con dureza a la menor provocación.

Las cosas no deben ser así. La Cofepris debe coadyuvar con los restauranteros locales para que sus negocios cumplan con las condiciones óptimas de salubridad mediante un trabajo conjunto, de acompañamiento, vigilancia e intervención oportuna.

Porque no se vale que mientras ellos incumplen con su labor y se hacen de la vista gorda ante cientos de irregularidades, cuando algo malo sucede apliquen la ley del embudo a los empresarios con sanciones ejemplares.

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