
Por su importancia gigante para nuestra capital chetumaleña, es un asunto de todos la modernización y ampliación del bulevar Bahía emprendida por el gobernador Carlos Joaquín González en la recta culminante de su mandato.
Esa reacción es saludable en una sociedad que ha crecido en número de habitantes, retrocediendo peligrosamente en las cualidades de sus hombres y mujeres a partir de las nuevas generaciones, porque abunda el chetumaleño sin compromiso social y con acentuado valemadrismo político, pero además dañino e inclinado al delito.
Financiada con cargo a la deuda pública con un costo de 210 millones, esta obra del Bulevar fue cuidada por Carlos Joaquín, quien decidió que la obra dividida en cuatro tramos fuera asignada a empresas chetumaleñas.
Como antecedente, queda la puerca licitación para la elaboración de uniformes escolares que benefició por decreto a la empresa poblana fantasma Adycon, maniobra consumada en 2017 por Manuel Alamilla Ceballos como Oficial Mayor y que permitió cosechar a los poblanos insignificantes 104 millones 615 mil 890 pesos.
Carlos Joaquín cuidó ese sensible detalle político que implica una responsabilidad que va más allá del rigor al que están obligadas las empresas, ya que estas cuatro son de chetumaleños que han dado un extra en el control de calidad de esta obra próxima a ser inaugurada y que dará una bellísima imagen a nuestra capital.
Del tramo uno al cuatro los trabajos fueron encomendados a Grupo Constructor de la Península HT S. A. de C. V., Empresas Quito S. A. de C. V., Obras y Mantenimientos Integrales S. A. de C. V. y a Jorge Mercader Rodríguez, a quien le corresponde la obra en los dominios del mal llamado Centro Internacional de Negocios y Convenciones, utilizado como nido de dependencias estatales paracaidistas.
Dos temas polémicos han acompañado la magna obra:
Uno.- El 9 de enero de este año nos indignó una tala repentina de 75 árboles hecha al chingadazo en los rumbos de Palacio de Gobierno y del Congreso. Esa mañana de domingo los capitalinos tomamos el café con los videos e imágenes de la destrucción consumada por trogloditas y autorizada por el Secretario estatal de Obras Públicas, William Conrado Alarcón, quien como un tema de seguridad nacional protegió la identidad del autor intelectual del sacrificio de tantos árboles, apostando al olvido colectivo que nunca será el de todos.
Dos.- Una inundación en el tramo del restaurante Winner’s ocurrió este sábado por la descarga pluvial que anegó la zona próxima al Congreso y al monumento a Lázaro Cárdenas. La concentración de agua que encabronó a medio Chetumal fue provocada por la negligencia del atolondrado Coordinador Operativo de Protección Civil en el Ayuntamiento capitalino, Pedro Santos Chuc, quien no realizó una labor preventiva para mantener limpias las alcantarillas de la zona, lo que provocó la obstrucción de las rejillas con hojas, ramas y todo tipo de basura contabilizada en kilos.
Circularon videos de civiles indignados levantando basura de la tapa de alcantarillas. Incluso, estaban obstruidos cuatro pasos de agua para que desemboque en la bahía, y una vez destapados el agua fluía en cascada.
Muchos sabemos que por gravedad el agua escurre y pasa por el parque de los Caimanes hasta inundar esa zona del bulevar, como ocurrió el pasado sábado con efectos muy graves. Por ello era obligada una labor rutinaria de las brigadas a cargo de Pedro Santos, cuya imperdonable negligencia tuvo un punto a favor, ya que la inundación del tramo sirvió para poner a prueba los trabajos hechos con un óptimo control de calidad en las obras de electrificación oculta y pavimentación, a prueba de reblandecimiento. El tramo que estuvo bajo las aguas está asignado a la empresa de Eloy Quintal.
Y al referirme al valemadrismo del chetumaleño, son una calamidad quienes tienen incorregible vocación de destructores y han robado hasta 50 metros de pasto en rollo en las cercanías del Tribunal Superior de Justicia, así como lámparas por el monumento al Pescador. Por fortuna recularon con las tapas de alcantarilla hechas con un material no comercializable y por ello a prueba de robos. Y no es un asunto de pobreza, sino de tener tantita madre para cuidar nuestra capital.
Conviene que seguridad pública municipal o estatal aumenten la presencia en la zona, con cámaras de vigilancia para detectar a los malos chetumaleños con los que uno puede coincidir en Oxxos, farmacias y centros comerciales. Son los perversos que abundan donde inicia México.