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Los destinos opuestos de Mario Villanueva y Carlos Joaquín

El gobernador Carlos Joaquín González repasó a conciencia el libro de cabecera de los mandatarios cuya estrella está en lo alto y declina, circunstancia final que los despoja de armadura y deja expuestos al escarnio y la ingratitud de los falsos amigos, quienes rinden culto a quien lleva las riendas de Palacio de Gobierno, no al hombre despojado de la espada flamígera que vuelve a ser de carne, hueso y preocupaciones mundanas.

Pero Carlos Joaquín jugó con destreza de ajedrecista, comprendiendo el nuevo escenario político partidista que mantiene al Presidente Andrés Manuel en las nubes más altas con un poder mezcla de Papa y hacendado cuya voluntad no permite que le rezonguen. Él es el hombre de la casa y puede hacer lo que quiera, susurra la doña sumisa sin ver a los ojos a Fernando Soler, en la escena de una película de la época de oro de nuestro cine.

Carlos Joaquín no opuso la mínima resistencia y se cuadró ante el Presidente, quien valora este tipo de posturas porque el gobernador saliente no se atrevió a desafiarlo y ni siquiera tuvo candidato o candidata a la gubernatura, conociendo la debilidad de la coalición PAN-PRD que lo llevó al poder explotando el caudal de aceptación del hijo del inolvidable empresario cozumeleño Nassim Joaquín Ibarra.

Hoy en su Mañanera el Presidente reveló que el expriista Carlos Joaquín será propuesto como embajador en Canadá, posición menos atractiva que la Secretaría de Turismo y la de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, pero que de todos modos es un blindaje muy envidiable porque le permite ser un soldado de la Cuarta Transformación, bendecido por el mismo Andrés Manuel para desencanto de muchos en Morena.

El gobernador escapa así al cruel destino de mandatarios como el chetumaleño Mario Ernesto Villanueva Madrid, quien desafió abiertamente al Presidente Ernesto Zedillo y fue castigado con una sanguinaria persecución y un proceso judicial de largo aliento, acusado de tratos con el narco por consigna porque el objetivo era destruirlo, armando a la carrera un expediente con acusaciones absurdas.

Villanueva y Zedillo eran priistas, pero el rencor del Presidente no se detuvo en coincidencias partidistas para ordenar la cacería del penúltimo gobernante chetumaleño a quien ayer una Juez decidió retirarle el beneficio de la prisión domiciliaria para que sea trasladado al Cereso de Chetumal, aunque Villanueva estaba preparado y reviró apelando la resolución, tal como ayer compartió el exgobernador en Diálogos con Mario Villanueva, entrevistado por Miguel Ángel Fernández para Radio Maya Internacional.

Mario Villanueva desobedeció a Zedillo, quien había decidido que Addy Joaquín Coldwell –hermana del exgobernador Pedro Joaquín y de Carlos Joaquín– fuera la candidata del PRI a la gubernatura. El chetumaleño hizo ganar en el proceso interno al chetumaleño Joaquín Ernesto Hendricks Díaz, presentado como cuota del Ejército. Para entonces ya habían sido eliminados tres favoritos de Villanueva: Jorge Polanco Zapata, Joaquín González Castro y Héctor Esquiliano Solís.

La rebeldía de Villanueva endiabló al Presidente Zedillo y pudo ser la gota que derramó el vaso, detonando la furia destructora que mantiene privado de la libertad a Mario Ernesto desde hace más de veintitrés años, con la espada de Damocles del retorno a una prisión real.

En cambio, Carlos Joaquín estrechó su relación política con el Presidente Andrés Manuel y no se atrevió a obstaculizar el paso triunfal de Mara Lezama como candidata a la gubernatura postulada por Morena, Verde Ecologista, PT y Fuerza por México.

El PAN le dio la excusa perfecta a Carlos Joaquín al negarse a incluir como pluri en posición de privilegio a Yohanet Torres Muñoz, su poderosa Secretaria de Finanzas y Planeación. En cambio el Verde Ecologista le abrió los brazos a Yohanet y posibilitó su aterrizaje en el Congreso local.

Carlos Joaquín supo mover muy bien sus cartas, orientado por una brújula que le permite mantenerse en la cima, lejos del ataque de los carniceros caribeños obligados a darle trato de camarada o a contener sus ataques sanguinarios con picahielo.

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