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Matando al periodismo

Tiro Libre

Anwar Moguel
Novedades Chetumal

Al eminente escritor y periodista británico George Orwell, creador de obras emblemáticas del siglo XX como “Rebelión en la granja” y “1984”, se le atribuye una de las frases que definen de manera contundente este apasionante oficio: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”, sentenció.

Orwell, un adelantado a su tiempo, observó desde entonces que las prácticas periodísticas estaban sufriendo el embate de los intereses de los poderosos, y criticó abiertamente la censura disfrazada que ejercían los gobiernos de la posguerra sobre los medios de comunicación, principalmente en los países socialistas.

Hoy, la vigencia de esa cita orwelliana  está más fuerte que nunca. En el caso particular de Quintana Roo el periodismo está en franca decadencia, pues la gran mayoría de los medios, sean periódicos, radio, televisión e incluso medios digitales, se han convertido en empresas mediocres de publirrelacionismo político, cambiando la esencia del periodismo serio para recibir el apapacho de políticos y gobernantes.

Reporteros 3Lo peor del caso es que muchas de las personas que ejercen este oficio carecen de toda ética y moral, y desde que tomaron una pluma y una grabadora lo hicieron con el propósito de usar el poder del periodismo para su beneficio personal, recibiendo buenas migajas que caen de la mesa de los poderosos.

No es de extrañar, entonces, que la imagen del periodista actual en nuestro estado ante la sociedad sea muy mala. Las personas comunes creen poco o nada en lo que dicen o escriben supuestos “periodistas” a los que han visto enriquecerse de manera extraña, gracias a sus habilidades en relaciones públicas, que aclaramos nuevamente, no es lo mismo que hacer periodismo.

Y es que el periodismo cumple una función vital en la sociedad, una función de equilibrio para evitar el abuso de los que están en el poder al hacer públicos sus excesos y sus malas decisiones. Las verdaderas críticas periodísticas suelen ser dura, y sin embargo no son destructivas, sino todo lo contrario.

Pero el verdadero periodismo está desahuciado. Lo está desde que los periodistas se han sometido a los deseos de los políticos y consideran un logro en sus carreras hacerse “amigo” de algunos de ellos. Es lamentable ver que incluso muchos periodistas se atreven a promocionar en sus redes sociales fotografías al lado de algún poderoso, como si se tratara de un fan retratándose junto a su estrella favorita, perdiendo con ello su credibilidad y hasta su dignidad.

Lo está desde que la crítica y el análisis serio se cambiaron por las alabanzas y la lisonja descarada. Lo está desde que hemos renunciado, dócilmente, a la verdadera libertad de expresión.

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