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A pesar de que en el municipio capitalino el Partido Verde (PVEM) no pinta ni da color limitándose solo a conseguir los votos necesarios para mantener una regiduría, sus dos principales “figuras” mantienen un pleito cantado por el control del organismo con miras a las próximas elecciones locales de 2016.

Por una parte está la ex regidora y dirigente municipal, Gabriela Santana Duarte, quien recientemente fue elegida para estar al frente del partido en la capital por un nuevo periodo; en la otra esquina se encuentra la actual regidora, la joven Abigail Alonzo Barradas, que por debajo del agua ha lanzado duras críticas a su líder partidista.

Más allá de las ambiciones personales de estas dos mujeres que hoy por hoy son las únicas caras reconocibles del PVEM en el municipio capitalino, es un hecho que Gabriela Santana ha fracasado en su intento por consolidar al partido en la capital, donde sigue siendo un parásito del PRI.

De hecho las oficinas municipales del partido permanecen cerradas y sin vida, dando un reflejo real de las condiciones del PVEM en Chetumal.

Sin embargo Gabriela Santana ha sabido capitalizar muy bien su posición como dirigente, logrando ser regidora y al término de su periodo colocándose en la dirección de Ecología del Ayuntamiento que dirige Eduardo Espinosa Abuxapqui.

Santana Duarte ha aprovechado bien su tiempo como dirigente, pero para abonar a sus intereses personales, tejiendo relaciones con las figuras políticas priistas que son finalmente de quienes depende.

Por su parte Abigail Alonzo, que apenas empieza su camino en el duro mundo de la grilla, tiene una visión más idealista de lo que debe ser el partido y considera que no se está haciendo lo suficiente para atraer más militantes.

En su ingenuidad, Abigail Alonzo piensa que el Partido Verde tiene mucho para ofrecer y que puede convertirse en una fuerza política importante en el sur de la entidad.

Nada más lejos de la verdad. El PVEM nació siendo un satélite del PRI que sirve fielmente a los propósitos de su amo a cambio de algunas posiciones de poder, y lo peor es que al igual que sucede en otras fuerzas políticas, el sur de la entidad poco le importa a los dirigentes de ese partido.

El 95 por ciento de los cuadros del Partido Verde se concentran en Cancún, mientras que el destino de su franquicia en Chetumal les importa menos que un pepino. Por esa razón el Partido Verde no ha crecido, ni crecerá en Chetumal.

El motivo que mueve a las únicas representantes del Verde en la capital no es otro más que el sueño a una diputación local, aunque ambas deben darse cuenta que es un sueño guajiro, ya que esas posiciones están reservadas para miembros de la “socialité” cancunense afiliados al PVEM.

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