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Mario Villanueva, “la oveja negra”

Pena Capital
Javier Chávez Ataxca
Novedades Chetumal
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¿Cómo está mi oveja negra”, saludó el presidente Ernesto Zedillo al gobernador Mario Villanueva, antes de darle un abrazo inesperado. El encuentro fue en Los Pinos aquella tarde de fines de octubre de 1998, cuando apenas se desintegraban los cadáveres del inaudito proceso interno del PRI para la selección de candidato a la gubernatura, del que emergió como triunfador el chetumaleño Joaquín Hendricks, quien superó por escaso margen a la cozumeleña y amplia favorita, Addy Joaquín Coldwell.

zedillo y mario1Villanueva había consumado la travesura más audaz en aquellos tiempos de temible presidencialismo priista, ya que dinamitó las vías de ferrocarril en las que se desplazaba en plan triunfal la hermana del ex gobernador Pedro Joaquín Coldwell. Por ello el gobernador acudía a la cita aguardando lo peor.

Una llamada telefónica del Secretario de Gobernación, Francisco Labastida Ochoa, sorprendió un día antes a Villanueva a punto de llegar a su rancho El Mostrenco, cuando retornaba de la sesión efectuada en la Casa de Pueblo del PRI. Sin consultarlo, el candidato Hendricks decidió relevar a Enrique Alonso Alcocer de la dirigencia estatal del PRI, encumbrando a José Arjona Carrasco.

Las formas disgustaron a Mario, y por ello consultó con dos hombres de su absoluta confianza. Villanueva valoró la opción de acudir al evento para renunciar al PRI. A esas alturas del partido Mario era capaz de todo. “Afirmativo”, respaldó Enrique Alonso al mandatario en el tobogán.

Pero cuentan que Raúl Santana Bastarrachea sugirió prudencia al bronco mandatario, ya que una confrontación con el dirigente nacional del PRI, Mariano Palacios Alcocer, equivalía a desafiar al Presidente. Así de tan delicado el salto al vacío.

Villanueva acudió a la sede del partido y se declaró “gobernador independiente”. El reporte puso en alerta a Francisco Labastida, quien lo invitó a dialogar al día siguiente a las seis de la tarde. Pero la cita fue en Los Pinos con Zedillo, quien pidió a Villanueva que desactivara lo dicho, dejando por la paz eso de ser “independiente”.

El gobernador aceptó sin condicionar, y fue despedido por Liébano Sáenz, Secretario Particular del Presidente. Y claro que reiteró su militancia priista. Fue la última vez que Zedillo recibió a Villanueva, quien había lanzado sus cartas en ese tenso juego de póquer cuya apuesta cotidiana era el poder y el patíbulo.

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